El historiador Polibio ha conservado la noticia de un tratado romano cartaginés (348 a. d. C.) en el que se incluyen datos sobre los intereses romanos en la Península: …”los romanos no podrán hacer presas, comerciar, ni fundar ciudades más allá… de Mastia de Tarsis (la Cartagena actual)”.
La estrategia cartaginesa sobre la península ibérica a raíz de la primera guerra púnica (264 a 241 a. d. C.) condujo al tratado del Ebro (226 a. d. C.) de Asdrúbal con los romanos. Cuando Aníbal atacó Sagunto (219 a. d. C.) la progresión cartaginesa más allá del Ebro no tardó en producirse.
Mientras Aníbal atravesaba los Alpes, Cneo Escipión desembarcaba en Ampurias (septiembre, 218). La conquista de la Península había comenzado.
Se distinguen en ella cuatro fases:
a)Conquista del litoral. Zona costera de los Pirineos al Ebro, con centro en Tarraco. Paso del Ebro (217) y toma de Sagunto, llegando por la costa hasta la Bética los hermanos Cneo y Publio, a la muerte del último de los cuales pierden los romanos lo conquistado más allá del Ebro. Campaña de recuperación de Publio Cornelio Escipión “el africano”, conquista de Cartagena, Andalucía y Cádiz (206 a. d. C.). Fundación de Itálica (año 205).
b)Conquista de los accesos a la meseta. Campañas de Catón en el valle del Ebro (España citerior) y en la tierra celtíbera desde el sur (España ulterior).
Conquista posterior de Tiberio Sempronio Graco (Ebro, Júcar, Turia y Guadiana) hasta el 174 a. d. C.
c)Conquista de la Meseta. Guerras de Lusitania y Numancia (154-133 a. d. C.). Las incursiones de los lusitanos en la ricas tierras de la Bética dejaban traslucir la pobreza de las tribus belicosas, a quienes Lúculo combatió agresivamente y Galba traicionó, provocando el levantamiento de Viriato. La guerra en la península fue impopular en Roma. Los celtíberos en torno a Numancia siguieron ofreciendo resistencia a los ejércitos de Roma, hasta que restaurada la disciplina por Publio Escipión Emiliano “el numantino”, nieto del de Zama, cercó el poblado del cerro de Garray y rindió la ciudad.
d)Incorporación definitiva. Se hizo mediante dos fases. En la primera, Hispania participa en las luchas civiles de Roma (133 a 25 a. d. C.). En este período destaca la fundación por Sertorio en Osca (Huesca) de un centro de estudios para educar a los hijos de los indígenas principales. Al fin (del 25 al 19 a. d. C.) la campaña de Augusto, terminada por Agripa, sirvió para dominar a los pueblos cántabros y astures, lo que marcó el comienzo de la Paz Romana en Hispania, una de las principales provincias del imperio.
La economía en la España romana… Estrabón, que vivió en época de Augusto, nos da gran cantidad de datos sobre los recursos económicos de Iberia en el libro III de su Geografía.
Destaca sobre todo las riquezas de la Bética y sus excedentes, que dan lugar a un activo comercio marítimo. Exportaba trigo, vino, aceite, caza, miel, pez, cochinilla y almagre, lana “de hermosura insuperable”. “En ninguna parte del mundo se ha encontrado hoy ni oro, ni plata, ni cobre, ni hierro en tal cantidad y calidad” -subraya Estrabón-.
El Cristianismo y la unificación. Fruto de la romanización de la península fue también la tendencia unificadora en lo que respecta a las creencias religiosas, que supuso en principio la extensión del culto al emperador hasta zonas remotas y poco romanizadas, como Galicia; pero fue sobre todo la expansión del cristianismo lo que contribuyó a esta unificación.
El cristianismo, además, dará continuidad a la obra de Roma mucho después de la caída del Imperio, durante la monarquía visigoda y aún más tarde conservando la lengua e incluso la misión administrativa de tradición romana. (Para saber más: Hispania en el mundo romano.)
La estrategia cartaginesa sobre la península ibérica a raíz de la primera guerra púnica (264 a 241 a. d. C.) condujo al tratado del Ebro (226 a. d. C.) de Asdrúbal con los romanos. Cuando Aníbal atacó Sagunto (219 a. d. C.) la progresión cartaginesa más allá del Ebro no tardó en producirse.
Mientras Aníbal atravesaba los Alpes, Cneo Escipión desembarcaba en Ampurias (septiembre, 218). La conquista de la Península había comenzado.
Se distinguen en ella cuatro fases:
a)Conquista del litoral. Zona costera de los Pirineos al Ebro, con centro en Tarraco. Paso del Ebro (217) y toma de Sagunto, llegando por la costa hasta la Bética los hermanos Cneo y Publio, a la muerte del último de los cuales pierden los romanos lo conquistado más allá del Ebro. Campaña de recuperación de Publio Cornelio Escipión “el africano”, conquista de Cartagena, Andalucía y Cádiz (206 a. d. C.). Fundación de Itálica (año 205).
b)Conquista de los accesos a la meseta. Campañas de Catón en el valle del Ebro (España citerior) y en la tierra celtíbera desde el sur (España ulterior).
Conquista posterior de Tiberio Sempronio Graco (Ebro, Júcar, Turia y Guadiana) hasta el 174 a. d. C.
c)Conquista de la Meseta. Guerras de Lusitania y Numancia (154-133 a. d. C.). Las incursiones de los lusitanos en la ricas tierras de la Bética dejaban traslucir la pobreza de las tribus belicosas, a quienes Lúculo combatió agresivamente y Galba traicionó, provocando el levantamiento de Viriato. La guerra en la península fue impopular en Roma. Los celtíberos en torno a Numancia siguieron ofreciendo resistencia a los ejércitos de Roma, hasta que restaurada la disciplina por Publio Escipión Emiliano “el numantino”, nieto del de Zama, cercó el poblado del cerro de Garray y rindió la ciudad.
d)Incorporación definitiva. Se hizo mediante dos fases. En la primera, Hispania participa en las luchas civiles de Roma (133 a 25 a. d. C.). En este período destaca la fundación por Sertorio en Osca (Huesca) de un centro de estudios para educar a los hijos de los indígenas principales. Al fin (del 25 al 19 a. d. C.) la campaña de Augusto, terminada por Agripa, sirvió para dominar a los pueblos cántabros y astures, lo que marcó el comienzo de la Paz Romana en Hispania, una de las principales provincias del imperio.
La economía en la España romana… Estrabón, que vivió en época de Augusto, nos da gran cantidad de datos sobre los recursos económicos de Iberia en el libro III de su Geografía.
Destaca sobre todo las riquezas de la Bética y sus excedentes, que dan lugar a un activo comercio marítimo. Exportaba trigo, vino, aceite, caza, miel, pez, cochinilla y almagre, lana “de hermosura insuperable”. “En ninguna parte del mundo se ha encontrado hoy ni oro, ni plata, ni cobre, ni hierro en tal cantidad y calidad” -subraya Estrabón-.
El Cristianismo y la unificación. Fruto de la romanización de la península fue también la tendencia unificadora en lo que respecta a las creencias religiosas, que supuso en principio la extensión del culto al emperador hasta zonas remotas y poco romanizadas, como Galicia; pero fue sobre todo la expansión del cristianismo lo que contribuyó a esta unificación.
El cristianismo, además, dará continuidad a la obra de Roma mucho después de la caída del Imperio, durante la monarquía visigoda y aún más tarde conservando la lengua e incluso la misión administrativa de tradición romana. (Para saber más: Hispania en el mundo romano.)