Historia en Libertad

lunes, octubre 20, 2008

La Reconquista en España

711 - Invasión de los musulmanes.
718 ó 722 (no se sabe con exactitud) - Se inicia la Reconquista en Covadonga.
1492 - Los Reyes Católicos terminan la Reconquista con la toma de Granada.
Estas tres fechas nos indican claramente: 1.º Que la Reconquista, o sea la lucha de los cristianos para recuperar las tierras robadas por los musulmanes, se inicia casi inmediatamente después de la invasión. 2.º Que la Reconquista es un período muy largo de la historia de España, pues comprende ocho siglos.
Y nos será fácil comprender que la Reconquista tenga una gran influencia en el desarrollo histórico de España, porque ochocientos años han tenido que dejar necesariamente una fuerte huella en las formas de vida y en la personalidad de los españoles. Podemos ver esa influencia especialmente en la cultura, en la economía y en la personalidad de las regiones.
INFLUENCIA CULTURAL. La Reconquista no es una lucha continua durante ochocientos años, pues aunque los cristianos fueron aumentando constantemente sus territorios, hubo períodos en que cristianos y musulmanes vivieron en paz. Hubo entre ellos cordiales relaciones económicas, comerciales, culturales.
Así pues, además de lucha hubo convivencia, y como el nivel científico y artístico de los musulmanes era superior al de los cristianos de aquel entonces, éstos asimilaron muchos aspectos de la ciencia, del arte, de la literatura e incluso de las costumbres musulmanas.
En esta influencia cultural tienen mucha importancia los mozárabes, pues cuando se trasladaban a las tierras del Norte, huyendo de las persecuciones o llamados por los reyes cristianos para repoblar, llevaban consigo los elementos culturales del mundo en que habían vivido.
INFLUENCIAS ECONÓMICAS. Los musulmanes influyeron notablemente en el desarrollo de la agricultura española introduciendo nuevos cultivos en la Península y se preocuparon especialmente de los regadíos. Por eso hay en el idioma castellano tantas palabras de origen árabe en relación con la agricultura. Ese desarrollo de la agricultura favoreció la economía de los reinos cristianos, ya que a medida que iban reconquistando tierras, los cristianos asimilaban las nuevas formas de cultivo. Ahora bien, el aspecto económico en que más influyó la Reconquista fue en el reparto de la propiedad agraria, que en gran parte perduró hasta prácticamente la época actual.
Al Norte del Sistema Central, la Reconquista se realizó lentamente, porque los musulmanes eran fuertes y los cristianos no podían avanzar con rapidez. Las tierras reconquistadas se repartían y poblaban poco a poco y por eso en las tierras del Norte y en Castilla y León predomina la pequeña propiedad. Pero la reconquista de la Meseta Sur y de Andalucía fue muy rápida. Los musulmanes estaban ya divididos en los reinos de Taifas y los cristianos eran lo bastante fuertes para conquistar muchas tierras en poco tiempo. Los reyes daban grandes extensiones de tierra a la Iglesia, a las Órdenes Militares y a los nobles, para que les prestaran ayuda contra los musulmanes. Así nacieron los latifundios, grandes propiedades, que en parte subsistieron durante muchísimos siglos en esas regiones.
INFLUENCIA EN LA PERSONALIDAD DE LAS REGIONES. Aunque hubo períodos de paz, la Reconquista significa una larga lucha de ocho siglos. Esta característica influyó fuertemente en el español medieval, que fue esencialmente un luchador valeroso, en especial en las zonas fronterizas, donde el hombre tenía que estar siempre dispuesto a la defensa, siempre preparado para el ataque. Surge así el "hombre de frontera", que es al mismo tiempo campesino o ganadero y guerrero.
Para comprender la gran importancia de la Reconquista en la formación de la personalidad hispánica, hay que pensar que la invasión musulmana apartó a España de Europa y durante varios siglos la historia de España fue distinta de la historia de Europa, a causa precisamente de esa actividad bélica constante que es la Reconquista.
Por ejemplo, en España puede decirse que no existió el feudalismo -de cuyos caracteres sociales ya hablamos-, porque la necesidad de repoblar las tierras reconquistadas hacía que los reyes concedieran privilegios y libertades a los repobladores y, por tanto, en la España cristiana domina el campesino libre frente a los siervos de la Europa feudal.
Además, a la Reconquista se debe la formación, siglo tras siglo, de las regiones históricas españolas. Según el mayor o menor contacto con los musulmanes, según su actuación en la Reconquista, la amplitud de las tierras que llegaran a conquistar, nacen las diferencias regionales.
LOS PRIMEROS SIGLOS DE LA RECONQUISTA. Los musulmanes nunca pudieron dominar las zonas montañosas del Norte y en ellas surgieron los núcleos de resistencia con los que se inició la Reconquista de España.

Núcleos de resistencia cristianos

El primer reino que se constituyó frente a los musulmanes fue el reino de Asturias, cuyo primer rey, un noble visigodo llamado Pelayo, venció a las tropas del emir en Covadonga. Este reino asturiano fue progresando con dificultades y muy lentamente a lo largo de los siglos VIII y IX, pero a principios del siglo X habían sido reconquistadas ya las tierras del Duero occidental y durante algún tiempo este río fue la frontera entre cristianos y musulmanes.
Mientras tanto, en la España oriental habían surgido otros dos focos reconquistadores: el reino de Navarra y la Marca Hispánica. Se llamaba Marca Hispánica a las tierras del Norte de la actual Cataluña, que fueron arrebatadas a los musulmanes por Carlomagno y divididas en condados, que estuvieron bajo el dominio de los reyes francos hasta el siglo X.

Castillo de Gormaz

LA REPOBLACIÓN DE LAS TIERRAS RECONQUISTADAS. Por lo que hemos comentado antes de la influencia de la Reconquista en la cultura y la economía, resulta obvio que era más importante la repoblación de unas tierras que la mera conquista de éstas. Ambas cosas estaban relacionadas. Cuando los cristianos conseguían reconquistar un territorio y expulsar a sus habitantes musulmanes, esas tierras quedaban despobladas durante un tiempo más o menos largo, por dos motivos principales: porque era peligroso habitarlas y porque los habitantes de la España cristiana eran muy escasos. Pero estaba claro que, mientras no se poblara el territorio reconquistado, no se podía avanzar más en la Reconquista. Al hallarse deshabitado, era una especie de "tierra de nadie" donde tanto cristianos como musulmanes realizaban correrías que la hacían aún más inhabitable. Era, pues, preciso repoblar, atraer a ellas habitantes que fundaran aldeas y ciudades, cultivaran los campos y levantaran castillos para defenderse en caso de nuevos ataques de los musulmanes. (En la imagen -superior- el Castillo de Gormaz, una impresionante fortaleza árabe construida en el siglo X en la frontera entre cristianos y musulmanes, en el Alto Duero. Por su posesión lucharon duramente los castellanos del siglo XI, tal como refleja la miniatura del Beato de la catedral de Gerona -imagen inferior-.)
El sistema de repoblación no fue siempre el mismo. Hasta el siglo XI, la Reconquista fue lenta y la repoblación se realizó también lentamente, por medio de hombres libres o de monjes, que fundaban monasterios y ponían las tierras en cultivo. Y como los habitantes de la España cristiana eran tan escasos, había que acudir muchas veces a gentes de fuera de sus fronteras para la repoblación, como los francos, que acudían de Francia y otros países europeos. Incluso en la España musulmana encontraron repobladores los reyes cristianos; eran los mozárabes, con los cuales se repobló la zona del Duero en torno a Toro y Zamora.
Esta muralla defensiva que formaban las tierras repobladas apenas sirvió durante el siglo X. Los musulmanes eran tan poderosos en tiempos de Abderrahmán III y de Almanzor que en muchas ocasiones penetraron en las tierras fronterizas repobladas y volvieron a saquearlas y arrasarlas a degüello sin piedad alguna. Entonces era preciso repoblar de nuevo.
A partir del siglo XII, la repoblación se efectúa más rápidamente y en tierras más extensas, bien por medio de los Concejos o municipios, bien por medio de las Órdenes Militares. Además, hay que tener en cuenta otro aspecto importante de la repoblación: las tierras del Norte y del Valle del Duero quedaban abandonadas por su población musulmana, pero en las tierras más ricas, en el Valle del Ebro y en la región levantina, los musulmanes no abandonaron totalmente las tierras reconquistadas. Muchos de ellos se quedaban viviendo bajo el dominio de los mucho más permisivos cristianos, conservando su religión islámica. Se les llamó mudéjares y fueron un motivo más de influencia de la cultura musulmana en los reinos cristianos.

Torre de San Martín (Teruel)

En algunas zonas los mudéjares eran tan numerosos, que prácticamente no hacía falta repoblar, porque había habitantes suficientes y los reyes se limitaban a entregar el dominio de las tierras a los grandes señores, pero éstas seguían siendo cultivadas por los campesinos musulmanes. Por ello, los mudéjares fueron especialmente agricultores, aunque también destacaron en la construcción, creando un estilo arquitectónico que recibe el nombre de estilo mudéjar.
En Aragón se conservan muchos monumentos de arte mudéjar, entre ellos la torre de San Martín, en Teruel, obra del siglo XIV (en la imagen). Como elementos característicos de la arquitectura mudéjar se puede ver que se utiliza el ladrillo como material básico y que la decoración está compuesta por una serie de paños apaisados, lazos y arcos superpuestos y entrecruzados.
La repoblación tuvo una influencia especial en el desarrollo demográfico y económico. En la demografía, porque repoblar significa aumentar la población, no sólo a base de la ya existente, sino también por la llegada de francos y mozárabes o la permanencia de los mudéjares. En el aspecto económico, repoblar significa poner en cultivo nuevas tierras y aumentar la producción agrícola. Pero, además, en la Meseta y Extremadura se dedicaron grandes extensiones de tierras a la ganadería lanar, lo que permitió un desarrollo extraordinario de esta rama de la economía. Hubo también un mayor movimiento comercial, producido precisamente por la mayor extensión de las tierras dominadas por los reyes cristianos y la fundación de numerosas ciudades.
EL AVANCE GEOGRÁFICO DE LA RECONQUISTA. Los distintos reinos cristianos realizaron la Reconquista de Norte a Sur y en franjas paralelas. Avanzando cada vez más hacia el Sur, se fueron alargando las fronteras entre los reinos cristianos. A veces surgían litigios de carácter fronterizo, que se procuraba solucionar mediante tratados, aunque había territorios disputados entre dos reinos, como la Rioja, entre Navarra y Castilla, o la Tierra de Campos, entre Castilla y León. Además, el accidentado relieve peninsular impuso unas barreras naturales, difíciles de franquear. Por eso, en una primera etapa a los cristianos les cuesta mucho salir de las zonas montañosas del Norte. Después, el Duero se convierte en territorio fronterizo durante largo tiempo, porque es difícil salvar la barrera del Sistema Central. Cuando la conquista de Toledo permita llegar más allá del Tajo, hasta el valle del Guadiana, quedará otra barrera montañosa: la de Sierra Morena, frente a la cual los cristianos se ven retenidos por algún tiempo. Y, por último, los musulmanes resisten más de dos siglos en el reino de Granada, amparándose en el abrupto relieve de esa región. Hay, además, una especie de espina dorsal que atraviesa la Península de Noroeste a Sureste: es el Sistema Ibérico, que sirvió de frontera natural entre Castilla y Aragón, impidiendo que Aragón se ensanchara hacia el Oeste y Castilla hacia el Este.
Los reinos del Oeste: Portugal, León y Castilla, avanzaban más deprisa que Aragón por el Este. Esto también tiene una explicación geográfica en parte: las tierras del Valle del Ebro, de Levante y de Andalucía eran más ricas agrícolamente que las del Centro y Oeste, y por eso los musulmanes se hicieron fuertes en ellas y resultó más difícil expulsarlos de allí. Es más, como ya se ha dicho, a medida que estas tierras eran reconquistadas no quedaban despobladas como las de la Meseta, sino que sus pobladores musulmanes permanecían en ellas, convirtiéndose en mudéjares.
A principios del siglo X, el reino de Asturias pasó a llamarse reino de León, cuando la capital fue trasladada a esta antigua población romana y se repobló el valle del Duero. Durante este siglo fueron frecuentes las luchas civiles en el reino de León, lo que motivó la falta de coherencia para poder resistir a los ataques de Abderrahmán III y de Almanzor paralizándose la Reconquista.
Mientras, en la zona oriental del reino de León, en el valle del Duero, había surgido un territorio fronterizo de gran importancia para resistir los ataques de los musulmanes desde el Valle del Ebro. Este territorio había sido fortificado con numerosos castillos, y por ello, recibió el nombre de tierra de castillos o Castilla. Estaba gobernada por condes que dependían de los reyes de León hasta que, a mediados del siglo X, el conde Fernán González se consideró bastante poderoso para separarse del dominio leonés y declarar la independencia de Castilla. A partir de entonces, el condado de Castilla demostró un ímpetu y gallardía extraordinaria en la Reconquista.
También la España oriental tuvo que soportar los ataques de Almanzor, que llegó a saquear Barcelona. En general, los condados catalanes avanzaron poco; el más importante era el de Barcelona, que se fue anexionando otros condados y rompió los últimos lazos de dependencia con los reyes francos. Y el pequeño reino de Navarra aumentó su extensión al unírsele el condado pirenaico de Aragón.
A principios del siglo XI ocurre en la España musulmana un hecho que sería trascendental para el desarrollo de la Reconquista: el Califato desaparece y surgen los reinos de Taifas. Así, divididos y debilitados, los musulmanes no pueden oponerse con tanta fuerza al empuje de los cristianos. Se inicia en este momento la segunda etapa de la Reconquista, caracterizada por las grandes conquistas cristianas.

Reconquista española

Descuella entonces el reino de Navarra, gracias a la personalidad de su rey Sancho III el Mayor, que llegó a ejercer una verdadera hegemonía sobre los demás reinos cristianos. Este rey dominó varios condados pirenaicos y unió Castilla a su corona. Su autoridad fue reconocida por los demás reyes peninsulares, y como su reinado coincidió con la decadencia del Califato de Córdoba, después de la muerte de Almanzor pudo imponerse a los musulmanes. Sancho III se preocupó también de la cultura: protegió el camino de Santiago y procuró que los monjes cluniacenses se estableciesen en sus territorios.
Al morir, Sancho III dividió las tierras que poseía entre sus hijos. Este hecho es muy importante, porque además de dejar Navarra al hijo primogénito, dejó a otros dos Castilla y Aragón, no como condados, sino con el título de reinos. Se inaugura entonces un nuevo período de la Reconquista, en el cual Castilla y Aragón llevarán la iniciativa en la lucha contra los musulmanes, mientras Navarra pierde importancia, pues no puede proseguir la Reconquista al quedar encerrada territorialmente entre Castilla y Aragón.
En cuanto al reino de León, se unió a Castilla poco después, y aunque volvieron a separarse más tarde, la unión sería definitiva ya en el siglo XIII.
La Reconquista será a partir de ahora muy rápida, porque los musulmanes estaban divididos en los reinos de Taifas. Además, los reyes cristianos les obligarán a pagar unos tributos en dinero: las parias, que contribuirán en gran manera al progreso económico de los reinos cristianos.
Nace también Portugal. Fernando I, hijo de Sancho III y primer rey de Castilla, había anexionado León y conquistado a los musulmanes tierras al Sur de Galicia. Su hijo Alfonso VI conquistó el reino de taifa de Toledo, con lo cual las tierras de León y Castilla llegaron hasta más allá del Tajo. Durante el reinado de Alfonso VI se crea el condado de Portugal, que se extendía del Miño al Tajo y pronto se convertiría en reino independiente. El reino de Portugal reconquistó una extensa franja de tierra a orillas del Atlántico y sería pronto un país de marinos y comerciantes.
Después de la conquista de Toledo por Alfonso VI, los reyes de Taifas temieron ser expulsados totalmente de la Península y pidieron ayuda contra los cristianos a los almorávides, pueblo procedente del Sáhara y recién convertido al Islamismo, que había constituido un imperio en el Norte de África.
Durante algún tiempo los almorávides dominaron en la España musulmana y vencieron en varias ocasiones a los cristianos, impidiendo el avance de la Reconquista. Los almorávides eran fanáticos mahometanos, por lo que entonces la Reconquista adquirió un carácter de guerra religiosa que no había tenido antes.
Los almorávides fueron vencidos en el Norte de África por otro pueblo musulmán, los almohades, y también estos invadieron la Península y dominaron a los musulmanes españoles.
A principios del siglo XIII el rey de Castilla Alfonso VIII quiso hacer frente a los almohades y para ello pidió ayuda a los demás reyes cristianos y al Papa. Los reyes Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra acudieron al frente de sus tropas, el Papa Inocencio III predicó cruzada y muchos caballeros europeos vinieron a la Península. Reunió así Alfonso VIII un ejército de cien mil infantes y unos diez mil caballeros, que avanzó hacia Sierra Morena, atravesó Despeñaperros y venció a los almohades en la batalla de Las Navas de Tolosa, en julio de 1212. Con esta victoria no sólo acabó el poder almohade en España, sino que además quedó abierto para Castilla el camino hacia el Valle del Guadalquivir, iniciándose así la última etapa de la Reconquista.
La labor realizada por Alfonso VIII permitió a su nieto Fernando III el Santo reconquistar el Valle del Guadalquivir. Fernando III había unido, ya definitivamente, las coronas de Castilla y de León y conquistó Córdoba, Jaén y la importante plaza de Sevilla, donde por primera vez aparece una importante flota de guerra en la historia de Castilla.
Su hijo Alfonso X el Sabio conquistó Murcia y, como la región levantina había sido reconquistada por Aragón, ya sólo quedaba a los musulmanes españoles el reino de Granada, que perduraría hasta el siglo XV.
Como se ha comentado, desde el siglo XI Navarra había quedado arrinconada, mientras Aragón empezaba a adquirir importancia en la Reconquista, sobre todo después de la toma de Zaragoza en 1118.
La Corona de Aragón fue avanzando en la Reconquista durante el siglo XII y al mismo tiempo se preocupa por los asuntos europeos, pues los condes de Barcelona eran dueños de importantes tierras en el Sur de Francia.
A principios del siglo XIII, reina en la Corona de Aragón Jaime I el Conquistador, contemporáneo de Fernando III. Jaime I arrebató a los musulmanes la isla de Mallorca y el rico reino de Valencia, tras largos años de lucha.

Reconquista española

Ambos reyes, Fernando III y Jaime I, firmaron el tratado de Almizra, mediante el cual decidieron qué tierras pertenecerían a Castilla y cuáles a la Corona de Aragón de las que quedaban por reconquistar en el Sureste de la Península, para evitar conflictos entre los dos.
Ya veremos en otras entradas en el blog -donde profundizaremos intensamente además en aspectos más concretos de la Reconquista- cómo a partir de entonces, Castilla casi abandona la misma, mientras la Corona de Aragón, terminada la reconquista de los territorios que le correspondían, se lanza a navegar por el Mediterráneo, y Portugal lo hacía por el Atlántico, dando nuevo rumbo a la historia de España.

domingo, octubre 12, 2008

La expansión del cristianismo

Desde los primeros tiempos del imperio se estaba difundiendo en el mundo romano una nueva religión, que iba a tener en el futuro una enorme trascendencia, el cristianismo.
LOS ORÍGENES DEL CRISTIANISMO. La génesis del cristianismo se encuentra en la predicación de Jesús, cuya vida y cuya doctrina conocemos gracias a los Evangelios.
Jesús nació en Galilea, en el año 753 de la supuesta fundación de Roma (su fecha de nacimiento sirve de base para el cómputo de la llamada era cristiana, vigente en nuestros días). Después de una vida oscura y modesta, hacia los treinta años comenzó a recorrer Judea y Galilea, es decir, el mundo judío, en el que él había nacido, con objeto de transmitir su mensaje. En el complejo mundo espiritual judío de la época, la doctrina de Jesús aportaba ideas sustancialmente nuevas. Jesús predicaba la humildad, la caridad y el amor fraterno, y anunciaba la vida eterna. Él era el Mesías, el Hijo de Dios. Pero a diferencia del Mesías que los judíos esperaban, un Mesías triunfador que les vengaría de sus pasadas desgracias, Jesús anunciaba el juicio final, mediante un mensaje claro y sencillo, dirigido a todos los hombres y no sólo a los hebreos. Perseguido por las autoridades de la época, fue condenado a morir crucificado. Pero la noticia de su resurrección, rápidamente propagada por sus seguidores, le daba un extraordinario prestigio, pues confirmaba su naturaleza divina.
LA DIFUSIÓN INICIAL DEL CRISTIANISMO. Sus enseñanzas se difundieron con una enorme rapidez, debido al celo de sus discípulos, los apóstoles. Pedro, después de predicar entre los judíos de Palestina y de Siria, se trasladó a Roma. Tomás, al parecer, llevó la doctrina cristiana fuera de las fronteras del Imperio, llegando a la India. Pero el personaje clave en la propagación del cristianismo fue, sin duda, Pablo de Tarso. Buen conocedor de la cultura helenística, Pablo era un judío que poseía la ciudadanía romana. Ganado tardíamente al cristianismo, desarrolló una actividad infatigable como misionero en Asia Menor y en Grecia.
La nueva doctrina ganó sus adeptos principalmente en las ciudades, entre los esclavos y los artesanos. Las enseñanzas morales y la promesa de salvación eran los aspectos fundamentales de la nueva religión y la causa de su rápido éxito.
A fines del siglo II el cristianismo se extendía desde el Mediterráneo occidental hasta Egipto y Siria. Los fieles de cada comunidad local se reunían para la celebración del culto. Al frente de cada iglesia se hallaba un obispo. En un principio la Iglesia madre fue la de Jerusalén, pero después de la destrucción de la ciudad por el emperador Tito pasó a ocupar el primer puesto Roma. No obstante, el cristianismo era mal visto por el gobierno imperial, debido a su organización a base de círculos cerrados, y porque negaba el culto al emperador. Por eso, desde mediados del siglo I, arreciaron las persecuciones. Pero éstas no impidieron, en modo alguno, el progreso de la nueva religión.
Expansión del cristianismo en sus primeros siglos con un claro peso de la zona oriental del Mediterráneo
EL CRISTIANISMO DESPUÉS DEL EDICTO DE MILÁN. El panorama cambió radicalmente desde que Constantino, en el año 313, concedió el llamado Edicto de Milán, que reconocía la libertad de acción para los cristianos. Aunque posteriormente hubo algunos retrocesos (el emperador Juliano el Apóstata intentó restablecer la primacía del paganismo), Teodosio, a fines del siglo IV, convirtió al cristianismo en religión del Estado romano. Esta situación tenía muchas ventajas para los cristianos, pero también ofrecía graves inconvenientes, pues la libertad de acción de la Iglesia quedaba bastante limitada. El cristianismo continuó su progresión. Llegó a Irlanda, en donde destacó la obra del misionero Patricio, y se extendió entre los godos, una rama de los germanos, gracias a la predicación del obispo Ulfilas, si bien éste difundió una versión herética del cristianismo. Efectivamente, en el siglo IV surgieron interpretaciones doctrinales de tipo herético, las más importantes la donatista, que se difundió por el norte de África, y la arriana. Para precisar la doctrina fue necesaria la convocatoria de concilios, de los cuales el más importante fue el de Nicea del año 325. Del seno del cristianismo primitivo salieron figuras intelectuales de gran relieve, entre ellas Orígenes, San Jerónimo y especialmente San Agustín.
Simultáneamente surgió un arte específicamente cristiano, al servicio de las necesidades de la nueva religión. Antes de Constantino los cristianos se reunían en las catacumbas, que decoraban a base de escenas o figuras que tenían un valor simbólico, como el cordero. Después del edicto de Milán se edificaron numerosos templos, tomando como modelo las basílicas romanas. Por su parte, los sarcófagos nos han legado un rico muestrario de la escultura paleocristiana.

Mucha más historia aquí.